Celia Fernández | 2 Febrero 2023
El uso de plantas y elementos de la naturaleza para diversos fines se remonta hasta el principio de los tiempos. Pero conozcamos a grandes rasgos cómo se han ido usando las plantas a lo largo de la historia. Y sobre todo como ha derivado esa bella historia con las plantas hasta una era de medicamentos y componentes sintéticos. ¿Cómo empezó todo?
En la prehistoria la búsqueda de alimentos vegetales llevó a encontrar plantas con diferentes efectos, que fueron aprendiendo mediante ensayo y error, y tras la aparición del fuego quemaban determinadas plantas que desprendían aroma. Se usaban plantas para evitar las infecciones de heridas, y también usaban resina u otros subproductos de las plantas para acelerar la cicatrización de trepanaciones, que ya se realizaban desde esta época.
Las enfermedades hicieron que los más sabios se convirtieran en chamanes que sanaban con ayuda de las plantas y rituales mágicos. Los chamanes creían que las enfermedades se debían a espíritus malignos.
El conocimiento de la agricultura dio paso del Paleolítico al Neolítico.
Los sumerios, babilonios y egipcios ya empleaban plantas aromáticas para obtener aceites y ungüentos que usaban en determinados rituales ancestrales. De la cultura sumeria se encontró tablas de arcilla que describían el uso de plantas medicinales. En el antiguo Egipto empezaron a usar aceites y aceites esenciales en la momificación para así evitar la descomposición de los cuerpos y, según sus creencias, facilitar la transición a una vida en “un más allá”. Los egipcios creían que las plantas con determinadas propiedades tenían una esencia espiritual con un poder curativo. Existen papiros egipcios con listados de las plantas medicinales que usaban, como el papiro de Ebers. Era tan famosa la medicina egipcia, que los médicos griegos viajaban hasta allí para ampliar su conocimiento.
En la medicina tradicional china el precursor del uso de plantas fue el conocido como Hipócrates chino, Zhang Zhong Jing. Empezó a hablar sobre su uso y se utilizó como forma de trueque entre diferentes pueblos. Pero la India no se quedó atrás e hicieron grandes descubrimientos, como diferentes tipos de extractos de plantas y en la época del brahmanismo se practicaba la medicina Aryuveda basada en una concepción holística del organismo y en las plantas medicinales. Los textos antiguos de la India llamados Vedas recogen información de numerosas plantas que estudiaban.
Los griegos arrastraron costumbres egipcias y fueron pioneros en la creación de baños públicos, sesiones de masajes e incluso gimnasios. Destacaban Hipócrates como padre de la medicina y Dioscórides médico y botánico griego, que empleaban plantas medicinales. Dioscórides escribió el primer tratado en Europa sobre plantas y remedios naturales, el cual tuvo gran importancia incluso después de la Edad Media. Durante ese periodo ya no se relacionada tanto la espiritualidad con la sanación.
En Roma se normalizó las prácticas de salud y belleza, y se importaban materias primas naturales de África y Oriente. Destacaban muchas personalidades en este tema sobre todo Galeno, que dio paso a la ciencia de la farmacia galénica que es la que se encarga de hacer asimilable como medicamento los principios activos de las plantas.
Hasta esta etapa parece que todas las culturas antiguas se basaron en algún momento en el uso de plantas y elementos naturales para objetivos como los rituales, la sanación o el acercamiento al canon de belleza de ese momento.
En la Edad Media en cambio se dejó de lado el uso de plantas medicinales con efectos terapéuticos o cosméticos, y más bien su uso se limitó para evitar propagación de enfermedades. Tras la destrucción de la Biblioteca de Alejandría y la clausura de la Academia de Atenas posteriormente, se dio la pérdida de la información en estas materias y en muchas otras.
Más adelante los árabes se encargaron de traducir gran cantidad de textos antiguos, entre ellos respecto al uso de plantas medicinales, permitiendo la transmisión de conocimiento y aportando descubrimientos nuevos. Aunque se perdió mucha información en general en este período, y parte fue alterada. Los árabes también cultivaron por primera vez diversas plantas desconocidas y entre otras cosas separaron las ciencias de la medicina y la farmacia.
Pero en la Europa medieval los conocimientos ya no estaban al alcance de cualquiera sino que se preservaban en los grandes castillos y fortalezas propiedades de la realeza.
En esta época también había una vertiente de pensamiento en la que se creía que existía una relación directa entre las propiedades que una planta puede ofrecer y una señal que Dios dejó en ella para reconocer esas propiedades. A esta vertiente la conocemos como la teoría de las signaturas o de los signos.
Los que se dedicaban al estudio de las plantas y elementos naturales relacionado con la alquimia eran los monjes cristianos en los monasterios. Pero los conocimientos árabes traspasaron España y Europa, y se empezó a acrecentar el uso de plantas de forma medicinal y cosmética. Además los guerreros de las cruzadas volvían de Oriente con plantas exóticas y se volvió a normalizar su uso.
Más adelante se fundó la Escuela Médica Salernitana en Italia, compartiendo conocimientos grecorromanos, árabes y judíos, y dio lugar a una medicina sin relación con la religión. Esta escuela sembró los conocimientos que posteriormente se recogieron en una explosión renacentista del antropocentrismo. El cuidado de la salud y la belleza volvieron a ser de principal interés. Y las plantas jugaban un papel muy importante en la cocina, se empezaron a refinar las recetas culinarias.
Colón trajo consigo de vuelta a Europa conocimientos nuevos de las extensas prácticas con plantas medicinales de las culturas ancestrales prehispánicas como los mayas, aztecas e incas. Años después Paracelso, médico y alquimista, aportó el fundamento de la toxicología “sólo la dosis hace que una sustancia sea veneno” y varias premisas para una vida saludable que hoy día comprobamos que son válidas.
En el 1735, Carlos Linneo publicó su obra Systema naturae, que recoge la clasificación de los reinos y la nomenclatura binomial que proporciona a cada ser vivo su nombre científico.
Tras la Segunda Revolución Industrial se empezó a industrializar la medicina y dejó de ser algo artesanal. La Asociación de Medicina Estadounidense (AMA) instó a aprobar una ley que impedía el trasiego de medicamentos que no fuesen fabricados por las industrias farmacéuticas y fundó el Consejo de Educación Médica.
La AMA junto con John D. Rockefeller (conocido magnate del petróleo), promovieron instituciones que evitaron según ellos “la educación inadecuada de los médicos”. Y estas instituciones apostaron por la farmacología combinada con la industria del petróleo, dejando de lado otros ámbitos como las terapias con plantas naturales o la importancia de la nutrición. Esto demonizaba las prácticas naturales que los médicos ejercían, beneficiando el nacimiento de la medicina que conocemos hoy en día. Además, este señor financió hospitales, colegios e incluso subvencionó a científicos direccionando la medicina hacia la búsqueda de compuestos sintéticos análogos a los compuestos de plantas.
Al final, lo que empezó desde la antigüedad como el simple conocimiento y uso natural de las plantas, ha acabado derivando en una lucha en el mercado de productos patentables sintetizados químicamente. Porque las plantas no se pueden patentar.
Esto propició una era de “pastillas y bisturí” que se centra en atacar a los síntomas hasta que desaparezcan, sin ponerle atención al motivo. Esto se unió a un ritmo de vida estresante en una sociedad en la que generalmente competimos unos con otros y buscamos el motivo de nuestra frustraciones exteriormente y no dentro de nosotros. Sin dejar de lado la cantidad de radiaciones electromagnéticas, pesticidas y tóxicos en general, a los que estamos expuestos. Otro tema importante es la tendencia creciente de las enfermedades iatrogénicas que son las producidas por efectos secundarios de fármacos e intervenciones, y que ocupan un tercer puesto en las causas de muerte en países como Estados Unidos o España.
Por tanto hay que tener en cuenta los beneficios e intereses de las entidades que “filantrópicamente” (o eso nos hacen creer) están detrás de nuestra salud y nutrición. En mi opinión, con ciertos conocimientos básicos del mundo vegetal podemos tener a nuestra disposición un amplio botiquín natural. Las plantas nos ofrecen un gran espectro de compuestos que entran en sinergia con los compuestos del organismo del ser humano. Sumado a una alimentación saludable y a una vida en armonía y coherencia.